/«LO CONSEGUIREMOS», por Arantxa Abecia

«LO CONSEGUIREMOS», por Arantxa Abecia

Resulta curioso ver cómo reaccionamos las personas ante acontecimientos y situaciones que hasta hace unas semanas eran más propias de cualquier guión de cine que de la realidad diaria en que la que vivimos. Y digo curioso, porque en estos días de incertidumbre, desasosiego y miedo, en los que hemos tenido que frenar en seco para neutralizar la emergencia sanitaria a la que nos ha llevado este virus, la sociedad en su conjunto ha vuelto a demostrar que la comunidad está por encima de los propios individuos.  

La pérdida de seres queridos, el pánico a padecer una enfermedad desconocida, la soledad, el miedo a un futuro incierto en tantos aspectos, y, sobre todo, darnos cuenta de que solos no somos nada, ha puesto de manifiesto que en situaciones como ésta, la única forma de superar un reto al que nunca antes nos habíamos enfrentado,  es remando todos en la misma dirección. Esta crisis nos está enseñando además hasta qué punto somos frágiles e interdependientes.

Las muestras de solidaridad de los últimos días, el reconocimiento al personal sanitario cada tarde-noche, las iniciativas ciudadanas de cuidados y acompañamiento, las notas en los portales ofreciendo ayuda a las personas mayores que viven en ellos, la recogida de cartas de ciudadanos anónimos de apoyo y ánimo para repartirlas entre las personas enfermas que se encuentran aisladas y solas en los hospitales, son solo algunos ejemplos. Se podrían añadir cientos más, y ahí radica la grandeza de lo que somos cuando nos reconvertimos de nuevo en comunidad.  

No sé si quedan ya palabras o gestos para agradecer a todas las personas que están al pie del cañón en estos momentos. Su trabajo, su esfuerzo y su dedicación: a los/as  profesionales de todos los ámbitos, trabajadores y trabajadoras de los sectores económicos que hacen que esto siga rodando; voluntarios y voluntarias…. sin ellos y ellas no podríamos seguir adelante porque son quienes se encargan de tejer la red que nos permite  subsistir.

Como sociedad y como individuos, esta pausa en nuestras vidas, va a marcar un antes y un después. En nuestra mano está aprovechar esta oportunidad para repensar nuestra forma de vida y extraer enseñanzas que nos permitan crecer como personas y como sociedad.

Quienes estamos al servicio de lo público tenemos el deber y la obligación de trabajar sin descanso para que nadie en esta crisis sin precedentes se quede atrás. Nadie.

Por ello, todos los esfuerzos han de ir encaminados hacia ese objetivo porque la prioridad ha de ser esa, la de levantar un escudo social y económico que permita a las pequeñas y medianas empresas y a las personas autónomas salir de esta coyuntura económica con todas las garantías sin destruir empleos.  Un escudo social que evite que nadie se quede sin casa. Un escudo social, en definitiva, que cuide, apoye y dé cobertura a quienes más lo necesitan.

Nos quedan días muy difíciles por delante, porque tenemos muchas más dudas que certidumbres, aunque sabemos que lo peor de la pandemia está por llegar. No es el momento de partidismos, sino de expertos, organización y protocolos que nos ayuden a frenar esa curva que de forma contumaz se empeña en seguir escalando hacia lo más alto.

Pero no dejemos que los obstáculos nos paren. “Si te encuentras con una pared, no des la vuelta y te rindas. Descubre cómo subirla, traspasarla, o derrumbarla”. La forma de derrumbar esta pared, desde lo particular es quedarse en casa y extremar las medidas de prevención, ahora mismo son las mejores armas que tenemos para ganar esta batalla.

Séneca decía “la adversidad vuelve sabio al hombre”. A lo largo de los siglos la historia nos ha enseñado que no crecemos cuando las cosas son fáciles, crecemos cuando nos enfrentamos a momentos difíciles y estos lo son.

Saldremos de ésta, no tengo duda, y lo haremos juntas, unidas y fuertes.